Presentamos en este artículo al párroco de la Asunción de Nuestra Señora, de Colmenar Viejo, José Francisco García Gómez, y al alumno Augusto Martín Salcedo, presbítero de la archidiócesis de Tucumán (Argentina), enviado por su arzobispo para cursar el Bienio de Teología Litúrgica y acogido por el arzobispado de Madrid con una beca de estudios en nuestra Universidad. A continuación se pueden leer sus testimonios.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: «El reino de Dios ha llegado a vosotros«. (Lc 10, 8-9)
El hecho es que nuestra parroquia de la Asunción de Colmenar Viejo lleva años acogiendo sacerdotes de diferentes diócesis que vienen a Madrid a estudiar diversas especialidades. A lo largo de estos años han pasado un buen número de sacerdotes estudiantes, generando una conciencia grande de catolicidad entre la comunidad parroquial, llegando incluso a suscitar un grupo misionero.
Es gratificante escuchar el testimonio de gente que te habla de estos sacerdotes con gran cariño, ya que ellos han ido aportando sus peculiaridades y costumbres, que hacen abrir un rico horizonte de la riqueza espiritual de la Iglesia.
No solo la parroquia se ha visto enriquecida por el patrimonio cultural y espiritual que estos sacerdotes traían, sino que además los estudios que han realizado en Madrid han contribuido a formar y educar al pueblo en ámbitos muy distintos, pero siempre edificantes. Muchos de ellos han aportado sus estudios al ámbito pastoral de la parroquia, convirtiéndose en una ayuda importante de los diferentes párrocos que hemos ido pasando.
Actualmente están acogidos con nosotros en la parroquia dos sacerdotes: Daniel Ramírez, sacerdote venezolano de la diócesis de Barinas, que ya se encuentra terminando su tesina en la Universidad Pontificia Comillas sobre la pastoral de periferias en los documentos de la conferencia episcopal venezolana; y que ha generado una oportunidad enorme para concienciarnos del difícil momento que pasa su país, y momentos de oración por su pueblo y una colaboración misionera de medicamentos.
Augusto Salcedo es nuestro otro compañero y procede de Argentina, de la arquidiócesis de Tucumán. Es estudiante del bienio de Liturgia en nuestra Universidad. Realmente, como párroco agradezco la confianza que desde el arzobispado depositan en la parroquia, y ser testigo de que ciertamente el reino de Dios está entre nosotros.
José Francisco García
Párroco y profesor en la UESD
De un colmenar a otro
Ha pasado casi año y medio desde mi llegada a Madrid para iniciar los estudios en Teología Litúrgica en esta Universidad. A pocos días de arribar a esta ciudad, fui acogido en la Basílica Parroquia Asunción de Nuestra Señora, en Colmenar Viejo.
Fui ordenado hace ya 6 años, que los viví entre la parroquia como vicario y luego como formador de los jóvenes seminaristas del Introductorio (propedéutico) del Seminario mayor arquidiocesano de Tucumán. Provengo de la más pequeña de las provincias de Argentina, llamada el Jardín de la República por la exuberancia de sus montañas y floridos paisajes, también conocida como la Cuna de la Independencia nacional, por haber sido el lugar donde se la declaró el 9 de julio de 1816. Y siendo más preciso, provengo de la localidad tucumana de El Colmenar. Por eso el nombre de este escrito: De un Colmenar a otro, porque Colmenar Viejo, en Madrid, es ahora mi casa, mi lugar, mi espacio, mi comunidad donde vivo el ministerio sacerdotal que se me ha confiado, al mismo tiempo que llevo adelante mis estudios académicos.
La comunidad parroquial me ha recibido con mucha estima, con verdadera actitud de “Madre Iglesia”. La calidez del Pueblo de Dios aquí en Colmenar Viejo me sobrecoge aún y mucho más cuando acompaño su andar de modo concreto con el grupo “María Madre” donde hacemos oración a través de la Lectio Divina, y también con el equipo de liturgia, con la correspondiente formación y animación de nuestras celebraciones eucarísticas.
Además he sido acogido en la fraternidad sacerdotal, pues actualmente somos cinco sacerdotes los que compartimos el trabajo pastoral: D. José Francisco, el párroco, junto a D. Santiago, nuestro vicario, el padre Daniel, venezolano, futuro licenciado en Historia de la Iglesia por la Universidad Pontificia Comillas, y el padre Domingo, de los canónigos lateranenses, que provisoriamente está viviendo también en este lugar. Con ellos valoro mucho el compartir diario y el trabajo pastoral.
Ser sacerdote es ya toda una desafiante misión que recibí por misericordia del Padre, y serlo aun estudiando es una tarea empeñosa pero también apasionante. Y creo que mi vida sacerdotal aquí no sería la misma si sólo me limitara al estudio sin más, porque el ser y el hacer del ministerio se dilatan y se sostienen en la fraternidad sacerdotal y en el diario compartir con una comunidad que vive, celebra y testimonia su fe. En esta fraternidad sacerdotal se vivencia aquel “amor de hermano” de Cristo, quien “ha elegido a hombres de este pueblo, para que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión” [del Prefacio I de las Ordenaciones, del Misal Romano].
En mi vida presbiteral, “Madrid” es hoy mucho más que el nombre de esta ciudad. Es una escuela de vida donde se prueba la actitud frente a otros retos, es la Iglesia particular que me ha acogido con nuevos hermanos y amigos, es por medio de esta tan cálida comunidad universitaria de San Dámaso, el lugar donde profundizo la teología de “la Hora de la Cruz y de la Resurrección”, que “ya no está en el pasado” sino que “es, permanece, atraviesa la historia y la sostiene” pues “la economía de la salvación se ha convertido en Liturgia” [Jean Corbon, “Liturgia Fontal”, Palabra (Madrid 2009), 60-61].
Augusto Martín Salcedo
Presbítero acogido