Vivimos tiempos nuevos en la Iglesia y en la sociedad; tiempos difíciles porque estamos inmersos en un mundo que quiere alejar a Dios del mismo, en una sociedad impregnada de una pátina de secularización e increencia; de alejamiento de Dios y de un individualismo emergente. A primera vista parecen tiempos oscuros, tiempos que invitan a la desesperanza, a la apatía, a la acedía o a la somnolencia; tiempos de grandes nubarrones. Son tiempos difíciles para la sociedad y para la Iglesia. Pero son también tiempos de esperanza y de renovación.
En la carta pastoral enviada a todos los fieles cristianos de la diócesis de Cartagena, “Edificados en Cristo. Haced la voluntad del Padre”, para el curso pastoral 2018/2019, he subrayado el papel y la importancia de los laicos cristianos en la Nueva Evangelización y cómo para llevar a cabo esta misión, lo primero que se necesita es estar llenos de Dios, con el espíritu de Emaús, convencidos, admirados y seguros de seguirle. Solo así podremos llevar a todas las gentes el mensaje de la Buena Noticia, del amor misericordioso de Dios que se ha empeñado en salvarnos.
Hoy, más que nunca, los laicos están llamados a participar activamente en la vida de la Iglesia; a ejercer su apostolado en todas y cada una de las actividades pastorales; así como en la vida familiar y social, impregnando y perfeccionando el orden temporal con el espíritu evangélico. Así mismo, deben anunciar la dignidad de la persona, despertar en esta un espíritu de comunión, de participación, y trabajar a favor del Reino allí donde los poderes públicos y organizaciones sociales no le dejen espacio, especialmente, el horizonte de nuestra tarea está entre los más necesitados, con los pobres, en la caridad, que es la que le da calidad a nuestra fe.
Pero, todos sabemos que para esta misión, es necesaria una buena formación humana y cristiana, una formación que les capacite para la tarea evangelizadora. Y aquí es donde se pone de manifiesto la importancia de la formación teológica de los laicos a la que trata de responder la sección a distancia del ISCCRR San Dámaso, en este caso en la sección de Murcia.
Hace ya más de veinticinco años que comenzó su andadura en nuestra Diócesis, de la mano de D. Javier Azagra, mi predecesor, esta aventura tan excelente. De estas aulas han salido un número muy alto de laicos, de nuestra diócesis y de las diócesis adyacentes como las de Albacete y Orihuela-Alicante, que gracias a esta modalidad a distancia, se han podido formar en los estudios de Teología, en la DECA y en otros itinerarios teológico-pastorales que posibilitan dar respuesta a las inquietudes de muchos laicos cristianos que quieren prepararse para la tarea evangelizadora y para impartir enseñanza religiosa en colegios e institutos. Creo que estamos cumpliendo bien el servicio que necesita nuestro pueblo con las enseñanzas a distancia.
Es preciso, pues, crear una comunidad universitaria “on line” que responda a todas estas necesidades y que sea un vehículo de transmisión de cultura, pero, al mismo tiempo, de búsqueda conjunta de la Verdad, que es Jesucristo. Y esa es una de las inquietudes a la que desde la Diócesis de Cartagena tratamos de dar respuesta favorable y así creemos que lo estamos consiguiendo.
Termino agradeciendo al Instituto de Teología a Distancia San Agustín, primero, y San Dámaso ahora, todo el apoyo prestado y el esfuerzo por hacer que los laicos cristianos, que de otro modo no podrían realizar, por distintos motivos, puedan ser formados en Ciencias Religiosas y así puedan santificar el mundo desde dentro a modo de fermento ya sea en el campo social, cultural, económico, familiar o parroquial.
Esperemos que, durante muchos años, la sección de Murcia de la sección a distancia del Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Dámaso pueda seguir ejerciendo este servicio en pro de la construcción de Reino de Dios y del desarrollo pastoral y espiritual de la Iglesia diocesana y universal.
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena