Pilar González Casado fue nombrada recientemente Decana de la Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino de la UESD. Hemos querido hacerle algunas preguntas para conocerla un poco más. “Recordando con gratitud el pasado, viviendo con pasión el presente y abriéndonos con confianza al futuro”, así es como nos dice quiere afrontar esta nueva etapa.
¿Quién es Pilar González?
Nací en Madrid en el año 1964 en una familia de cinco hermanos entre los que soy la cuarta. Estoy casada desde hace 31 años, tengo tres hijos y tres nietos.
¿Dónde realizó sus estudios?
Tras estudiar en el Colegio Padre Poveda y en el Instituto de Bachillerato Beatriz Galindo, cursé la Licenciatura en Filología Árabe e Islam en la Universidad Autónoma de Madrid, posteriormente defendí la tesis doctoral en la Universidad Complutense, también en Madrid. Mi tesis consistió en un estudio sobre las relaciones lingüísticas entre el siriaco y el árabe en los textos árabes de la Dormición de la Virgen.
¿Cómo conoció el entonces Instituto San Justino? ¿Recuerda sus primeros años como docente en él?
Conocí el Instituto San Justino a través de dos cauces. Primero, por una noticia del periódico ABC en septiembre el año 1989, en la que se hablaba de la creación de un Instituto Diocesano en el que, entre otras materias, se podía estudiar hebreo. Me pareció interesante, porque yo no había estudiado hebreo en la facultad (nuestra Licenciatura era sólo en árabe y no en Lenguas semíticas) y quería completar mi formación y empezar a considerar la posibilidad de hacer una tesis doctoral en otros campos de estudio diferentes a los que se investigaban en la Autónoma.
Mi segundo contacto con el Instituto fue cuando acudí al Arzobispado de Madrid para solicitar la partida de Bautismo de mi futuro marido y vi en una de las paredes colgado el póster de San Justino en el que se anunciaban las clases de lengua y se daba la dirección donde había que matricularse. A partir de ahí, me puse en contacto con el profesor D. Jacinto González y, tras hablar con él, me puso en contacto con Mons. D. Javier Martínez quien me orientó acerca de la oportunidad de estudiar siriaco y de la posibilidad de investigar en el campo de la Literatura árabe cristiana. Decidí matricularme en siriaco y entonces comenzó mi relación con el Instituto como alumna, al que fui para estudiar hebreo y en el que nunca lo estudié y en el que después me ofrecerían la posibilidad de dar clases de árabe. Recuerdo con una gran gratitud y un gran cariño mis primeros años como docente en él, debido a cómo me acogieron las personas que entonces trabajaban allí. Después de hacer los tres años de siriaco, comencé a impartir clases de árabe para sustituir a otra profesora. Años después también impartiría siriaco.
De los primeros años, recuerdo con admiración a muchas personas por su sabiduría, su cercanía y su fe profunda y viva que marcó tanto mi vida profesional y mi vida personal, a profesores como D. Jacinto González o D. Gonzalo Aranda o Dñ.ª Paloma Rupérez, y de años posteriores a D. Juan José Ayán y D. Patricio de Navascués, a los que conocí como directores del Instituto, y finalmente, a D. Ángel Garrido, con el que estudié copto durante tres años y con el que no sólo aprendí copto sino también sabiduría cristiana, arraigada en el amor a Cristo que profesaba y en su experiencia sacerdotal de la que hablaba en muchas ocasiones.
¿Cómo le afectó el cambio a Facultad?
El cambio a Facultad fue un paso que supuso, una vez terminada la tesis doctoral, comenzar a preparar y planificar una asignatura que nunca había impartido, Literatura árabe cristiana, y que no existía como asignatura en otros centros. Supuso también el poder formar alumnos con vocación investigadora y, algunos de ellos también con vocación sacerdotal, que tenían la posibilidad de materializar esta investigación en un ámbito académico universitario que les ayudara a formarse como personas y como sacerdotes. Especialmente, con respecto a estos últimos, el reto de transmitirles la dimensión pastoral y apostólica del estudio y la investigación en Literatura cristiana y clásica a la hora de evangelizar el mundo de hoy.
¿Cómo se lleva lo de ser la primera mujer catedrática y ahora primera Decana en San Dámaso? ¿Cómo se siente, como mujer, en un ambiente tradicionalmente masculino?
Personalmente, me siento bien y siempre me he sentido bien, porque creo que mi condición de mujer no ha condicionado ni en sentido positivo ni negativo el llegar a ser Catedrática o, en este caso, el ser nombrada Decana. El que habitualmente el número de hombres sea mayor en la Universidad tampoco me condiciona en nada, puesto que el hombre y la mujer esencialmente son hijos de Dios y personas que en su identidad se complementan el uno al otro. Siempre he aprendido y sigo aprendiendo mucho de los hombres y creo que ellos también lo hacen de nosotras, aunque en muchos aspectos seamos muy distintos.
¿Cuáles son sus prioridades en la gestión más inmediata?
Ahora mismo mi prioridad es situarme y conocer todos aquellos aspectos de la facultad que desconozco para lograr que la facultad no pierda su sello de identidad propio. Mantener el espíritu de fraternidad cristiana que siempre ha habido entre los miembros de San Justino es una de mis prioridades. Si este se mantiene, el aspecto académico saldrá adelante casi por inercia.
¿Cuáles son los principales retos que cree debe afrontar? ¿Qué proyectos a medio y largo plazo considera más necesarios?
El principal reto que ahora mismo hay que afrontar es conseguir que el curso salga adelante en las circunstancias tan difíciles que vivimos debido a la pandemia. Adaptarnos a los nuevos modos de enseñanza y conseguir que, en esta situación tan difícil, la relación entre el alumno y el profesor, no se vea afectada.
Debuta como Decana, pero no es el primer cargo que ocupa en San Dámaso, de lo que ha aprendido como Directora de Publicaciones, ¿se trae algo a su nuevo puesto?
El trabajo como Directora de Publicaciones me ha permitido conocer mejor cómo funciona la Universidad en una dimensión que no es la docencia, pero que también está al servicio de esta, ya que las publicaciones de la Universidad van encaminadas precisamente a difundir la docencia e investigación de sus miembros.
Por último, ¿qué mensaje quiere transmitir a los profesores, alumnos y PAS de la Facultad?
Quisiera transmitir muchos mensajes, pero hay uno principal. Ante el tiempo que me ha tocado vivir como Decana, tan marcado por la incertidumbre que la pandemia está sembrando en muchos aspectos de nuestra vida, incluida la académica, y ante el inicio de una nueva etapa, solo les invito a que la afrontemos remando mar adentro, echando las redes cada día aunque la pesca de la noche anterior haya sido infructuosa, y acogiendo este mandato de Jesús con el sentido que le dio San Juan Pablo II en su carta Novo millennio ineunte: recordando con gratitud el pasado, viviendo con pasión el presente y abriéndonos con confianza al futuro porque Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre, sólo apoyándonos en él nuestro trabajo de cada día saldrá adelante y adquirirá su verdadero sentido.
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