Gabriela Bensadon es laica y estudia en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas (ISCCRR). A continuación se puede leer su testimonio.
En el año 2009 empecé a estudiar en San Dámaso (UESD). Y creo que no es casual que empezara a estudiar ese año, el año en que murió Pablo Domínguez Prieto. No lo conocí personalmente, pero me he encontrado en este peregrinar con mucha gente que lo conoció y lo amaba. Él se ha convertido para mí, a través de lo que me han dado a conocer de él sus amigos en una presencia bondadosa y protectora.
Tuve que hacer el ingreso para mayores de 40 años y contra todo pronóstico -no sin algún acontecimiento asombroso que allanó el camino- aprobé y entré en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas (ISCCRR). Llevaba años sin estudiar, dedicada casi exclusivamente a cuidar de mis hijos, y mi mayor interés al comenzar era conseguir los estudios que me permitieran dar clase de Religión, ahora quiero buscar al Señor primero y su voluntad ante todo: yo creo que esta es la fuente de todo bien, de donde se nutre todo lo demás.
Compaginar la vida familiar y los estudios fue un esfuerzo grande, pero como no necesito muchas horas de sueño, al terminar los quehaceres hogareños por la noche me ponía a hacer trabajos o a repasar las clases que había tenido esa tarde. Mis hijos mayores me ayudaron muchísimo colaborando con sus hermanos en los deberes y echando una mano esforzándose más de la habitual las tardes que me ausentaba de casa para venir a la Universidad.
Cuando casi había concluido el tercer curso que me daba el título de Diplomada decidí seguir adelante con el máster / licenciatura, pero entonces ya no era tan importante porque lo que llevaba aprendido en la Universidad era mucho más de lo que en un principio esperaba.
He descubierto que todo lo que conocía de Dios y de la Iglesia católica era como una mota de polvo… estoy muy agradecida por la oportunidad que he tenido y que tengo de seguir ahondando en la búsqueda y el conocimiento de la Verdad. Estoy agradecida a todos los que me han acompañado en este peregrinar, que han compartido conmigo sus conocimientos y que me han prestado ayuda de diversas maneras. También agradezco a todas las personas que trabajan en la Universidad que lo hacen de tal modo que colaboran a este buen ambiente que se vive allí.
En este, mi octavo año de estudios en la UESD, estoy trabajando en la tesina. He elegido un tema de Cristología, la asignatura que más me ha apasionado de la carrera. La posibilidad de conocer un poquito más -porque el Misterio siempre es mayor que lo que de Él puede ser conocido- de lo que Dios nos ha revelado de Sí mismo en Jesús de Nazaret, el Señor, es un lujo, un honor inmenso e inmerecido y aquí me encuentro en esta apasionante tarea.
Mientras leo y recojo información disfruto no solo de la lectura de la teología sino también de las tardes en la Universidad: en los recreos compartimos cafés y charlas alumnos y profesores lo cual forma parte del atractivo del ISCCRR.
Me ha asombrado encontrarme también aquí con la riqueza de la Iglesia. Muy diversas realidades en la comunión del Espíritu Santo buscan al Señor cada una según el carisma al que ha sido llamada. No hay un grupo, asociación, congregación ni seminario mejor que otro: el Señor, tan creativo Él, llama a cada uno donde y cuando quiere a lo que mejor le conviene para su salvación. Y en San Dámaso nos encontramos todos y disfrutamos juntos de la obra de Dios presente en todos y cada uno.
He vivido los cambios que ha sufrido la Universidad en los últimos años. Empecé a estudiar antes de los planes de Bolonia y desde entonces, aunque las facultades y el Instituto se han convertido en Universidad Eclesiástica, el ambiente acogedor que vivimos en el ISCCRR no ha cambiado casi…
No podía imaginarme al comenzar los estudios en 2009 que, además del esfuerzo que supone intentar llevar al día los estudios y llevar adelante un hogar con 7 hijos, iba a ser este sitio un auténtico descanso para mis tareas cotidianas. Recuerdo también a un compañero de clase casado y con seis hijos, que llegaba corriendo a clase desde el trabajo, estudiaba para diácono permanente y compartía conmigo sus resúmenes.
Estos años he estudiado con compañeros, muchos de ellos laicos, que me han ayudado no solo en lo académico sino también en lo personal con su cercanía y cariño en todas las circunstancias que me ha tocado vivir.
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