Miguel Moraleda es sacerdote de la diócesis de Ciudad Real y es alumno en la Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino. A continuación puedes leer su testimonio.
Este es mi segundo año aquí en San Dámaso, aunque estoy en el tercer curso del grado. Algún lector me podría preguntar por qué escogiste este grado entre las diversas opciones y grados que existen en San Dámaso. Es sencillo de explicar y comprender, a la vez, para un creyente: el Buen Dios Providente así lo quiso. Pero me explico mejor: fue mi obispo quien me envió estudiar. Y, claro, en ese envío del obispo, en todo envío, el sacerdote siempre ve a Cristo Pastor que va guiando. Si a estas alturas alguien volviera a preguntarme… pero entonces, por qué estudias en la Facultad de San Justino. Por misión eclesial, le podría responder también.
Pero claro, en toda misión lo que empieza siendo un envío suele terminar en un “amor”. Por eso si alguien me preguntara, por tercera vez, entonces por qué estudias el grado de Literatura cristiana y clásica, le tendría que responder con honestidad que, incluyendo el envío, por amor y fascinación a la literatura cristiana y clásica griega, latina y oriental.
Estudiar la literatura cristiana y clásica en San Dámaso responde a una razón de ser que el mismo grado conlleva: la unión entre la fe y la razón. Se trata de utilizar la razón en todo su potencial, sin cortarla ni coartarla pero iluminándola con y a la luz de la fe. Y en esa relación, que no es extraña para ninguna de estas dos dimensiones, surge y nace un estudio creyente y del creyente que te hace capaz de crecer como persona y como cristiano.
Esto es, precisamente, lo que más me encanta y fascina del Grado de literatura: utilizando las técnicas filológicas, estudiando las corrientes literarias y sus autores a la luz de la fe se produce y construye un puente entre el mundo no cristiano y el cristiano de nuestro tiempo como, y aquí lo verdaderamente hermoso, los mismos autores que estudiamos lo fueron en su tiempo.
Una relación que he podido comprobar y experimentar en los diversos profesores que me han dado clase: personas de profunda fe y grandes “profesionales” de la docencia que no sólo transmiten un conocimiento sino una pasión por esta unión anteriormente citada.
Igual lo demuestran las distintas jornadas que desde la Facultad se organizan: las de Filiación, las de Poesía Religiosa o la recién estrenada Jornada sobra la literatura del siglo de Oro español. Una pasión que día a día nos transmiten y que compartimos entre los compañeros de los distintos cursos.
Por esa razón, y a riesgo de parecer este testimonio un panegírico, si se me preguntara por qué en Dámaso, en la Facultad de San Justino sólo podría responderle porque quiero ser “vasija” y “puente”; como lo fueron los primeros autores cristianos. Capaces de recoger toda la herencia literaria y del saber y “evangelizarla”; capaces de recoger el testigo de la historia y audaces para iluminarla con la extraordinaria luz de la Resurrección. Capaces de reconocerse hijos de su tiempo y su cultura y audaces para innovar desde su mismo seno y dialogar de “tú a tú” con sus contemporáneos.
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