Esta 15ª Asamblea se celebrará en octubre de 2018 y ha seguido un intenso camino de preparación en todo el mundo desde que el 13 de enero del año pasado el Santo Padre lo anunciara. En la carta de presentación nos indica que el motivo de la elección de este tema es que el Papa lleva a los jóvenes en el corazón.
El documento preparatorio, tras un breve y agudo análisis sobre la juventud de hoy, desarrolla el doble objetivo del Sínodo: interrogarse sobre cómo acompañar a los jóvenes para que descubran la plenitud de vida y pedirles a ellos mismos que nos ayuden a identificar las mejores formas para anunciar a sus coetáneos la Buena Noticia. El documento concluye con un largo cuestionario que se ha trabajado en todas las conferencias episcopales del mundo, recogiendo las respuestas de miles de encuestados.
Al acercarse la celebración del Sínodo son muchas las iniciativas en las que se busca dar voz a los jóvenes. En la Archidiócesis de Madrid, por ejemplo, hemos celebrado los Parlamentos de la Juventud. En ellos ha habido un buen número de participantes, que destacaban la necesidad de ser, por un lado, escuchados y, por otro, acompañados por la Iglesia. Otra importante iniciativa ha sido el presínodo (19 al 24 de marzo 2018, Roma) con la participación de representantes de muchos países.
Se reunieron 300 jóvenes de todo el mundo y cerca de 15.000 conectados por redes sociales. En ella los jóvenes manifestaron:
· Su gran heterogeneidad.
· Su búsqueda de identidad en dos movimientos opuestos: los que exploran su identidad separándose del pasado y queriendo ser originales frente a modelos que se les representan caducos; y los que luchan por conservar sus raíces culturales y las tradiciones familiares.
· Ambos grupos tienen en común la necesidad de referentes, testimonios de vida cristiana.
· Pocos, soñando con un futuro de plenitud de vida, identifican la santidad como algo alcanzable o un camino a la felicidad.
· La Iglesia es vista por muchos jóvenes como demasiado severa y excesivamente legalista y anhelan una iglesia acogedora, testigo de la misericordia. Muchos sienten la necesidad de pertenecer a ella. Al mismo tiempo, movidos posiblemente por el peso de la secularización, disienten de ella en algunas de sus enseñanzas.
Antes de encontrarse con el mensaje moral de la Iglesia, los jóvenes necesitan descubrir la persona misma de Jesucristo y experimentar su misión redentora y liberadora. Solo así podrán apreciar en la enseñanza moral un camino de vida plena que brota de la misma existencia de Cristo y de las entrañas creadas del hombre.
Para esto, muchos jóvenes solicitan testigos fieles y alegres de Jesucristo, que los puedan acompañar pacientemente en su camino, que atestigüen la verdad, dejando, al propio joven la capacidad para confrontar su libertad y articular su respuesta de fe y su vocación.
El Sínodo será una inmejorable ocasión para discernir juntos y escuchar al Espíritu Santo, colaborando así con el Santo Padre.
+ Jesús Vidal Chamorro
Obispo Auxiliar de Madrid
Texto originalmente publicado en el número 4 de la revista institucional de la Universidad Eclesiástica San Dámaso.