Antes de ser seminarista cursó el grado de ingeniería forestal en la Universidad Politécnica de Madrid. Entre sus aficiones se encuentra la literatura y, en concreto, la novela policíaca. Aunque colgó las botas hace tiempo, se declara madridista; de hecho acude al Bernabéu con su padre cuando las tareas pastorales se lo permiten.
¿Cómo es que un ingeniero forestal termina estudiando teología?
Estudio teología porque estoy en el seminario, aunque sí reconozco que me fue llamándome la atención conforme fui metiéndome más en la iglesia. Teníamos un grupo de jóvenes que llevaba un seminarista, que ahora es sacerdote y profesor aquí en San Dámaso, Jaime López Peñalba, y muchas veces nos proponía cuestiones un poco más teológicas. Fue ahí cuando empecé a coger un poco el gusto a la teología
Si lo hubiese visto claro con 18 años pues quizá no habría estudiado antes nada. Pero cuando terminé el colegio me gustaba mucho todo lo que tenía que ver con el entorno natural, con el monte, con el campo… Y me gusta mucho la historia, la literatura, se me daban bien las matemáticas, el dibujo, la física… y encontré esta carrera que me parecía muy bonita. Era un mundo que conocía un poco y por eso estudié ingeniería de montes. Y al ir descubriendo que el Señor me pedía otra cosa pues terminé entrando en el seminario y estudiando teología
¿En qué momento fue tu caída del caballo?
Mi madre siempre se ríe porque dice que cuando era pequeño me portaba bastante mal cuando íbamos a Misa. Más tarde conocí a un grupo de jóvenes de mi edad que tenían algo que yo echaba de menos que era conocer a ese Otro. Y empecé a participar en la parroquia de San Germán, en el barrio de Cuzco, que es donde viven mis padres. A partir de eso empecé a conocer más al Señor, teniendo vida de oración; y fue en una experiencia de ejercicios espirituales donde supe dar nombre a esa inquietud que tenía desde hace tiempo. No sin mis más y mis menos fui diciendo a Dios que sí hasta que hice el curso introductorio y luego ya los años de seminario.
Terminarse el grado y trabajaste en alguna empresa…
En el grado, una de las asignaturas era un practicum de seis meses y yo lo hice en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias y Alimentarias. Estuve trabajando en el laboratorio de corcho y allí hice el proyecto final de carrera. Esa fue mi única experiencia laboral, terminé las asignaturas que me quedaban, que eran todas las de cuarto curso y alguna de tercero, fue un año bastante intenso. Defendí el proyecto a principios de julio y a los tres días me fui a la convivencia que tenemos antes de entrar al seminario. En este último año de carrera estaba también haciendo el curso de discernimiento.
Viniendo de una carrera de ciencias y teniendo aquí asignaturas de letras…
Cuando llegué aquí a primero no me enteraba de nada. Solo me gustaba “lógica” porque los silogismos me recordaban a las matemáticas. Pero metafísica u otras asignaturas con mucha carga filosófica como teoría del conocimiento o fenomenología sobre todo, no me enteraba de nada. Pero poco a poco vas descubriendo que esto tiene más de tu vida que otras cosas que quizá de primeras me gustaban más o me resultaban más fáciles pero que con mi vida tenían poco que ver. Y esto al final va poniendo las bases para luego poder comprender mejor la teología y también les he terminado cogiendo mucho gusto. De hecho ahora preferiría leerme un libro de teología que volver a los “tochos” de cálculo o de estructuras. Aunque suene un poco a comentario de seminarista o de cura, profundizar más en nuestra fe nos ayuda también en nuestra relación con el Señor y luego el día de mañana en el ejercicio del ministerio.
Actualmente mi destino pastoral es en la parroquia María Madre del Amor Hermoso, en Villaverde. Realmente muchas de las cosas que he aprendido aquí me sirven para resolver las dudas de las personas, para poder preparar bien los distintos medios de formación. Te da como en la estructura en la que en la que poder vivir realmente y avanzar en la fe y transmitirla a otros.
La asignatura más complejo o más difícil
Yo diferenciaría porque hay asignaturas que quizá son más difíciles de aprobar por el tipo de examen que se hace, por los contenidos o que el profesor sea más exigente pero otras que quizá realmente por su propia complejidad son más difíciles aunque en algunos casos los profesores consiguen hacerlo fácil y comprensible. Pero yo diría que la Cristología que vemos en tercero y la Trinidad son dos respuestas muy esperables. El misterio de Cristo, el misterio de Dios, Uno y Trino realmente son misterios en el sentido más teológico de la expresión y para realmente comprenderlos y profundizarlos y hacerlos vida exige bastante estudio, darle vueltas a las cosas.
Y, en concreto, alguna de estas dos “te ha costado la vida”
Tanto como costarme la vida, yo creo que ninguna de las dos. Pero no sabría decir, es como decir “¿Qué quieres más a papá o a mamá?”. No sabría decirte. Cuando hemos estado preparando el examen de bachiller en teología, si esas dos tesis las tienes claras tienes el cincuenta por ciento hecho para desarrollar las demás.
Eres madridista. Quizá ya no puedes seguir tanto al equipo como antes…
Hace tiempo que no puedo ver un partido completo. Entre las cosas del seminario, lo que hay que preparar para la parroquia… pues lo sufro un poco pero también a todo se acostumbra uno. Cuando puedo ver un partido o algún día en vacaciones puedo ir con mi padre al Bernabéu pues lo disfruto mucho más. De hecho, ver cómo va la Liga o saber los resultados de los partidos también es una herramienta pastoral para tener un punto de inicio de conversación con los jóvenes de la parroquia o del barrio. Yo estoy orgulloso de ser madridista, no lo oculto. Y, de hecho, alguna vez hago alguna broma al respecto en catequesis. Por una de ellas, una vez chica vio a otro compañero que vino al grupo con la camiseta del Barça y me preguntó si ser del Barcelona era pecado. Y ya le expliqué que no, pero que ser del Madrid era mucho mejor.
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