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En los primeros siglos de cristianismo, el orden de la iniciación era el siguiente: Bautismo, don del Espíritu Santo y Eucaristía. En las fuentes podemos constatar un efecto específico de la Confirmación con respecto al Bautismo: ¿en qué consistía el perfeccionamiento? He aquí un elemento teológico nuclear que puede ser iluminador en los debates contemporáneos sobre la iniciación. En la Alta Edad Media, en no pocas regiones de la Iglesia de Occidente, en la misma ceremonia, los recién nacidos eran bautizados y alimentados con la Sangre de Cristo, y posteriormente en el tiempo eran confirmados. ¿Cuál era la mentalidad teológica de esta praxis?; ¿por qué el Concilio IV de Letrán decidió que los niños recibieran la primera Comunión eucarística cuando hubiesen llegado a la edad de la discreción? El autor ha estudiado en esta monografía el orden tradicional y los fundamentos teológicos y canónicos de la iniciación cristiana.