“El Buen Samaritano que deja su camino para socorrer al hombre enfermo (cfr. Lc 10,30-37) es la imagen de Jesucristo que encuentra al hombre necesitado de salvación y cuida de sus heridas y su dolor con «el aceite del consuelo y el vino de la esperanza». Él es el médico de las almas y de los cuerpos y «el testigo fiel» (Ap 3,14) de la presencia salvífica de Dios en el mundo. Pero, ¿cómo concretar hoy este mensaje? ¿Cómo traducirlo en una capacidad de acompañamiento de la persona enferma en las fases terminales de la vida de manera que se le ayude respetando y promoviendo siempre su inalienable dignidad humana, su llamada a la santidad y, por tanto, el valor supremo de su misma existencia?” (Carta Samaritanus bonus, Introducción). El curso busca afrontar la pregunta que plantea la carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe del año 2019 en cuatro sesiones. Las dos primeras desean dirigirse a cuestiones más fundamentales; las dos últimas a las cuestiones más prácticas desde la medicina.