Gracias, Señor, la casa está encendida
A causa de la Covid-19 el Centro de Documentación “San Justino” (CDSJ) tuvo que cerrar sus puertas, si bien no cesó su actividad. Así como no duerme ni reposa el guardián de Israel que no deja de cuidarnos nunca, aunque sus modos puedan ser silenciosos, el CDSJ no ha descuidado su objetivo primero, que siempre ha sido el servicio a la investigación de los primeros siglos de la Antigüedad cristiana.
En medio del tumultuoso ajetreo del hodierno mundo, cerradas las puertas y confinado, el personal del CDSJ se ha empeñado, entre otras, en una muy preciosa tarea, paciente, minuciosa, escondida. Herederos de un legado —pues somos don que nos ha sido dado— hemos podido, por fin, ordenar y esclarecer un conjunto de microfilmes, microfichas y diapositivas, formatos de gestión documental dignos de anticuario, que esperamos poder digitalizar pronto para asegurar la conservación de su contenido.
La pegunta por su procedencia, la historia de cómo llegó cada pieza de este corpus a nuestros fondos, el mimo con que cada una fue catalogada por aquellos que nos preceden, piedras de este precioso mosaico al que con cariño se llama “el San Justino”, han llenado el rosario de las horas y los días de este tiempo, para muchos difícil, en el cual, entre libros de registro, microfilmes, microfichas y diapositivas, el personal del CDSJ ha trabajado de manera escondida, sin desistir en su empeño por mantener la casa encendida.
Raquel Oliva Martínez
Coordinadora del Centro de Documentación “San Justino” (UESD).
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