Tomar en consideranción a los cristianos silenciados y perseguidos
El ISCCRR junto con las Obras Misionales Pontificias y la Cátedra de Misionología de la Facultad de Teología de la UESD organizaron la jornada académica “En el jubileo de la esperanza, la Iglesia en medio del Islam”, que se celebró este miércoles 26 de marzo.
Juan Carlos Carvajal, coordinador de la Cátedra de Misionología, fue el encargado de presentar la jornada, señalando que uno de los objetivos del encuentro era tomar en consideración a los cristianos que no solo son silenciados en las sociedades donde viven sino también “en las sociedades occidentales que, llenas de prejuicios, corren un tupido velo sobre las circunstancias y destino, muchas veces dramáticos, de esas iglesias que están en medio del Islam”. Además, se les quiere tomar en consideración no con una actitud condescendiente sino con una actitud discipular ante su testimonio: “vamos a tratar de reconocer la valía que tienen en vivir su fe y descubrir cómo en su testimonio están siendo un acicate para el conjunto de la Iglesia”.
“Me enoja la indiferencia con la que la sociedad y aun nuestras comunidades cristianas reciben la noticia de cristianos perseguidos, marginados o mueren por el motivo de portar el nombre de Cristo”,
explicó el profesor Carvajal, que aportó algunos datos desgranados por la lista mundial de la persecución, elaborada por Puertas Abiertas Internacional: en 2024 se calcula que en el mundo 380 millones de cristianos sufren persecución. De esos, 300 millones sufrieron una persecución alta, muy alta o extrema. Uno de cada siete cristianos son perseguidos. En Asia son dos de cada cinco. En África, uno de cada cinco. 7677 templos han sido atacados, 4744 cristianos han sido detenidos por el hecho de serlo, 4476 han sido asesinados, todo ello en 2024. Estas cifras han ido variando pero siempre de manera creciente.
La situación de los cristianos en el ámbito del Islam, apuntó el coordinador de la Cátedra de Misionología, deseamos observarla con esperanza. Juan Carlos Carvajal remarcó que “a veces los cristianos que vivimos en los países de la vieja cristiandad, instalados en la mundanidad ambiental, corremos el riesgo de reducir la esperanza teologal a unas esperanzas e ilusiones que tienen que ver con el cumplimiento de nuestros proyecos y deseos que con la esperanza que Dios nos ha prometido al resucitar a su hijo Jesús de entre los muertos”. Nuestros hermanos cristianos que viven en medio del Islam, declaró Carvajal, viven enraizados en esa esperanza que Dios nos ha prometido, porque en caso contrario “no se puede explicar la resiliencia que tienen ante la marginalidad y el rechazo que sufren y el valor que manifiestan ante la perspectiva de huir de su país o afrontar el martirio”. Son testigos, explica, de una gracia que brota del acontecimiento salvífico de Jesucristo.
El evangelio en clave de esperanza
Miguel Pérez Jiménez, sacerdote que realizó su formación en el Seminario Redemptoris Mater de Galilea, fue el encargado de impartir la ponencia “Iglesia en medio del Islam, el Evangelio en clave de esperanza”. Ordenado en 2018, se incardinó en el patriarcado latino de Jerusalén, que es la diócesis católica romana de Tierra Santa. Estuvo tres años de vicario parroquial en Jordania y lleva cuatro años como párroco en la parroquia San Justino Mártir en Nablus (Palestina), la antigua Siquén o Sicar, donde vivieron los patriarcas. El ponente explicó que, en el mundo islámico, la comunidad cristiana está unida por el dogma y la familia y no por la fe vivida. A pesar de sus debilidades, esa comunidad está recibiendo el Evangelio y los sacramentos y esto ya los convierte en personas diferentes a sus vecinos. No es necesario que todos los miembros de la sociedad cristiana sean santos para que Cristo se haga presente en la comunidad cristiana, selañó el sacerdote. Aunque no se dé en todas las personas una fe viva, sí que experimentan una fe que les da esperanza.
El conferenciante se refirió a la misión del diálogo y la pacificación llevada a cabo por la Iglesia en el mundo islámico: “tiene la tarea de promover la libertad de creencia a través de su compromiso con la sociedad y es un punto de diálogo capaz de crear instituciones y espacios para el diálogo religioso, tanto en la calle como en el ámbito intelectual y la política, promoviendo la concordia en la sociedad”. Además, señaló el sacerdote, los centros educativos cristianos son un puente entre oriente y occidente: “los religiosos suelen tener una formación occidental, por lo que las instituciones religiosas transmiten en ocasiones valores europeos junto con el Evangelio, lo que da lugar a sociedades más abiertas y tolerantes”.
Miguel Pérez Jiménez explicitó también algunos de los motivos para no tener esperanza:
- Países colonialistas han usado instituciones y minorías cristianas como felpudos para poner los pies en Oriente Medio. Esto ha empeorado las relaciones entre los cristianos y los musulmanes y ha provocado que los musulmanes, por lo general, no confíen en los misioneros. Esto ha provocado que los cristianos de Oriente Medio tengan una mentalidad de dependencia material hacia la Iglesia.
- El Islam no prohíbe la conversión al cristianismo pero sí persigue el proselitismo y la evangelización pública, haciendo que la Iglesia se repliegue en sí misma. La Iglesia que no realiza una evangelización activa, en una sociedad hostil a su dogma, tiende a disminuir numéricamente.
El conferenciante, posteriormente, expuso los motivos de nuestra esperanza:
- Perder la vida por el Evangelio deja semillas en la sociedad. Muchos son los misioneros que han dado la vida en el mundo islámico, tanto con el martirio de sangre como con el testimonio de vida.
- Los cristianos disminuyen pero siguen ahí. Dios es el patrón de la Iglesia y con su providencia la guía. En palabras del sacerdote, “si desaparece el cristianismo como comunidad étnico-religiosa todavía puede aparecer el cristianismo como comunidad de fe”.
- Los cristianos, en la actualidad, tienen que lidiar con la secularización, con lo que muchos jóvenes encuentran en la fe su ancla segura.
Miguel Pérez Jiménez apuntó que “Cristo muere en la cruz uniendo a sí a todos aquellos que sufren, los que están oprimidos, los que ven sus casas destruidas, los que abrazan a sus hijos muertos, los que sufren persecución, los que no conocen el amor, los huérfanos, los enfermos, los ignorantes, los desviados, los que no tienen educación, los que no tiene fuerza de voluntad”.
Para el sacerdote, la buena noticia es que sigue habiendo “gente dispuesta a perder la vida para anunciar este amor, porque lo han recibido y han conocido que Dios es Padre y que no los ha abandonado en la cruz, sino que ésta ha sido el lugar del encuentro con Él, el lugar de la resurrección”.




