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Asistieron numerosas personalidades del mundo eclesial y autoridades civiles, políticas, jurídicas y educativas

Este martes la Universidad Eclesiástica San Dámaso celebró un coloquio en el salón de actos del Seminario Conciliar de Madrid sobre la libertad religiosa en la Europa del siglo XXI. A la conferencia impartida por Joseph H. H. Weiler, Catedrático de Derecho en la Universidad de Nueva York (European Union Jean Monnet Chair) y Senior Fellow del Centro de Estudios Europeos de Harvard respondió Luis María Díez-Picazo Giménez, Letrado del Ministerio de Justicia y Catedrático de Derecho Constitucional, desde 2008 Magistrado del Tribunal Supremo y Presidente de la Sala Tercera desde 2015. El acto, que estuvo presidido por el Gran Canciller de la UESD y arzobispo de Madrid, don José Cobo Cano, congregó a numerosas personalidades del mundo eclesiástico, entre las que se encontraban el cardenal arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco, y el Nuncio en España, Bernardito Auza, además de vicarios, rectores de seminarios, delegados diocesanos y representantes de otras confesiones religiosas. También se hicieron presentes en este coloquio autoridades civiles, políticas, jurídicas y educativas, los rectores de las universidades UNIE, Camilo José Cela y Villanueva, los vicerrectores de la Universidad Complutense y Francisco de Vitoria, decanos y otras autoridades académicas.

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El Rector de la UESD, Nicolás Álvarez de las Asturias, durante sus palabras de presentación del acto, precisó que la Universidad de San Dámaso ofrece su contribución propia al panorama universitario a través de “la investigación, la enseñanza y la transferencia de conocimiento de aquellas ciencias más estrechamente relacionadas con el fenómeno del cristianismo”. Además, recordó que el derecho a la libertad religiosa está reconocido en todos los ordenamientos democráticos y que sus fundamentos antropológicos y teológicos han sido profundizados en la Iglesia Católica a partir del magisterio del Concilio Vaticano II, por los últimos pontífices, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Tras recordar que el reconocimiento, la tutela y la correcta articulación de la libertad religiosa plantea enormes desafios a cada generación, puntualizó que “compete a los cultivadores del derecho de un modo singular responder a estos desafíos, que nunca se reducen a cuestiones meramente técnicas, subyaciendo siempre una visión concreta de la persona y la sociedad”.

 

El derecho a la libertad religiosa a lo largo de la historia y los desafíos a los que se enfrenta en el mundo actual

 

Joseph H. H. Weiler, durante su conferencia, reflexionó sobre la importancia que las sociedades democráticas han otorgado al derecho a la libertad religiosa a lo largo de la historia y los desafíos a los que se enfrenta en el mundo actual. El conferenciante recordó la importancia de que la libertad religiosa esté garantizada en las constituciones de todos los estados europeos, aunque señaló que le llama la atención que en la redacción de la Constitución europea se hubiese rechazado tajantemente mencionar las raíces cristianas de Europa. Weiler defendió que actualmente nos encontramos ante una profunda indiferencia, ignorancia e incomprensión total de lo que significa la fe religiosa. Además, se refirió a las consecuencias que la conculcación de este derecho tiene en materia educativa, en virtud de la cual se cree que las escuelas laicas deberían ser financiadas por el Estado pero las escuelas religiosas deberían ser privadas del apoyo público o deberían tener un apoyo público sólo parcial.

Weiler remarcó que el Papa Benedicto XVI, en su discurso de Ratisbona, proporcionó la respuesta más convincente al tema de la libertad religiosa, que acostumbraba a reinvindicar como la más fundamental de todas las libertades. En nuestra cultura secular esta reivindicación se recibía con sonrisa indulgente, interpretándola en un sentido corporativista, pero la libertad religiosa a la que aludía el Papa era la libertad frente a la religión, es decir, de adherirse a ella o de no ser religioso en absoluto. No se trata de imponer la fe cristiana a nadie porque tal proselitismo es contrario al cristianismo. La fe, recordó Weiler, solo puede desarrollarse en libertad, una libertad que debe ser garantizada por ley y en virtud de la cual se puede rechazar a Dios.

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La importancia del principio de neutralidad de los poderes públicos

Luis María Díez-Picazo recordó que en la Europa actual hay dos modos de fe principales: la fe cristiana con sus distintas variantes y el laicismo, que se comporta como una religión. El conferenciante apuntó que deberíamos prestar atención a la heterogeneidad de actitudes, talantes y visiones que hay dentro de cada uno de esos dos mundos: “no todos los laicos son iguales ni tampoco lo son los católicos en su manera de ver las cosas y comportarse”. Señaló, además, que una parte del mundo no religioso en la Europa actual se comporta como una religión. Afirmó la importancia del principio de neutralidad de los poderes públicos, recordando que la liberatd está consagrada en el artículo 16 de la Constitución Española, que habla de la libertad religiosa e ideológica. Según Díez-Picazo, los poderes públicos deben ser neutrales con lo que tiene que ver con la religión y con lo que no teniendo que ver con la religión tiene que ver con una ideología o una visión del mundo. El conferenciante recordó también la importancia del artículo 27 de la Constitución, relativo a la educación, en virtud del cual los padres tienen derecho a elegir la educación moral que consideren para sus hijos: “quien debe decidir sobre las cuestiones morales es cada uno, con lo que constituye un precepto antipaternalista”, ya que “el mejor juez de las cuestiones morales que le afectan a uno es uno mismo, nunca el Estado”.  Al preguntarse sobre cómo deben los cristianos vivir en la vida pública, apuntó que la única manera de que pueda existir algún tipo de comunicación es buscando algún mínimo terreno de diálogo en común, que haya algunos postulados de base que sean compartidos por aquellos que dialogan, discuten y quieren llegar a un tipo de acuerdo.

 

“Europa necesita de una potente reconstitución que debe aprender de la historia y beber de los valores”

 

El acto fue clausurado por el Gran Canciller de la UESD y arzobispo de Madrid, don José Cobo, que reconoció que vivimos tiempos convulsos para la fe, no sólo por las corrientes laicistas sino también por las distorsiones fundamentalistas o sectarias de entender la religión. Citando a José Antonio Marina, recordó que “los derechos humanos estarán siempre en el alero”, advirtiendo del riesgo que se corre de vaciarlos de sentido cuando vivimos en un ambiente de polarización. En ese sentido, el Gran Canciller considera necesario profundizar y apoyar una legislación que avale el derecho a tener o no tener una creencia religiosa: “la religión no es una ideología, existe antes que la izquierda y la derecha”. Para don José Cobo, “Europa necesita de una potente reconstitución que debe aprender de la historia y beber de los valores, buena parte de los cuales, no es ocioso recordarlo, son de raigambre cristiana”. El riesgo, según él, es despreciar culturalmente el derecho a la libertad religiosa o reducir su ámbito al intimismo de la conciencia, que socava no sólo un derecho sino toda la categoría de derechos humanos. La libertad religiosa, afirmó, es una garantía de pluralismo y constituye un pilar de la democracia.

 

 

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