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Este proyecto de investigación patrocinado por la OIRI se inserta en la larga tradición de estudios patrísticos en la Universidad Eclesiástica San Dámaso (UESD), en el que confluyen el interés y la dedicación del Bienio de Teología patrística de la Facultad de Teología y del anteriormente Instituto Diocesano de Lenguas Clásicas y Orientales San Justino, hoy Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino, uno de cuyos focos principales, herencia de los estudios de A. Orbe, E. Romero-Pose y Juan José Ayán, es la figura de Ireneo de Lyon.

El objetivo del proyecto de investigación es proporcionar la base suficiente de cara a futuras ediciones de textos bíblicos, judíos, cristianos, traducidos del griego al armenio (versiones de la Escritura, Filón, Ireneo, Hipólito…). Nuestra investigación toma de momento como paradigma el caso nada sencillo de la Epideixis. Como es posible imaginar, un trabajo de este tipo es a la fuerza interdisciplinar, pues requiere un conocimiento de la lengua de llegada, el armenio, un conocimiento de la lengua de partida, el griego, así como un conocimiento de la teología del autor, Ireneo de Lyon, así como de su contexto.

Esto explica que la composición del equipo de investigación –donde es indispensable el conocimiento del griego y del armenio, aun desde perspectivas diferentes– esté formado por D. Marco Bais, filólogo, profesor en el Pontificio Instituto Oriental de Roma, D.ª Clara Sanvito, licenciada en Letras Clásicas, doctoranda en la FLCC San Justino y profesora asociada de dicha Facultad, D. Patricio de Navascués, Decano de la FLCC San Justino y por mí mismo, patrólogos.

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Cuando hablamos de Antigüedad y también de Antigüedad cristiana, puede suceder que reduzcamos de modo instintivo nuestro horizonte al del mundo greco-romano, lo cual tiene su razón de ser desde nuestro punto de vista, pues no dejamos de ser herederos del mismo y también por el hecho objetivo de que el evangelio se transmitió en los primeros siglos en gran medida en este ámbito.

Sin embargo, esto no puede hacernos olvidar que el cristianismo también se difundió en los primeros siglos en las áreas periféricas del Imperio Romano y más allá de sus confines, en regiones en las que se habían desarrollado culturas propias, las cuales habían instaurado un diálogo más o menos intenso con la civilización grecorromana.

En Siria, Mesopotamia o Egipto, la expansión del cristianismo dio lugar a comunidades muy diversas ya a partir del s.II. En otras regiones, como Armenia, amplio territorio que se extendía al norte de Mesopotamia sobre una amplia sección de la Anatolia oriental, la presencia esporádica de la fe cristiana en los s.II y III -véase por ejemplo Eusebio de Cesarea, HE VI,46,2- dio paso en el s.IV a una indudable cristianización, la cual tuvo lugar a partir de la conversión de la casa reinante.

Dicha evangelización, vinculada a procesos de tipo económico, político, social y cultural, dio lugar en este último ámbito a una nada desdeñable literatura de traducción de obras escritas en griego de temática lingüística, religiosa o filosófica. Es más, si bien en algunos casos la elaboración de lenguas literarias por parte de círculos cultos precedió a la presencia del cristianismo, en otros, como es el caso de la lengua armenia, ha de ser vinculada a la presencia de fuertes comunidades cristianas en las regiones caucásicas.

En concreto, la creación de su alfabeto por parte de Mesrop Mastoz (+ 439), sostenida por el catholicos de Armenia Sahak (+ 438), estuvo vinculada en un primer momento a la evangelización del territorio y a la traducción de las Sagradas Escrituras, las cuales fueron traducidas en primer lugar del siríaco y después del griego.

A partir de aquí comenzó una gran obra de traducción con la ayuda de generaciones de traductores, los cuales se formaban y aprendían las lenguas y las técnicas de traducción en los centros más importantes de la cristiandad bizantina, cuyo resultado fue una producción nada desdeñable de traducciones de obras teológicas y espirituales, historiográficas, exegéticas y canónicas.

Esto ha hecho que en algunos casos hayan llegado providencialmente hasta nosotros obras escritas en griego pero desaparecidas en su lengua original, lo cual posee un valor inestimable. Como ejemplos significativos, poseemos en armenio las Quaestiones in Genesim y las Quaestiones in Exodum de Filón de Alejandría, fragmentos del In Canticum de Hipólito, algunos discursos de Gregorio de Nacianzo y la obra que es objeto de estudio de uno de los grupos de investigación de la Facultad de Literatura Cristiana y Clásica San Justino: la Demostración de la predicación apostólica o Epideixis de san Ireneo de Lyon, la cual se nos ha conservado íntegramente en un único manuscrito y de modo fragmentario en otros testigos textuales.

En particular, la versión armenia de la Epideixis pertenece a un conjunto de traducciones que se suelen adscribir a la llamada “escuela helenizante” o “helenófila” por el hecho de que tienden a calcar las estructuras griegas que pretenden verter en armenio. Con otras palabras, la lengua de llegada no corresponde con frecuencia a los dictados de la gramática del armenio clásico, sino que resulta en su sintaxis y morfología una lengua escrita con caracteres armenios, pero muy influida por el griego de partida.

Andrés Sáez Gutiérrez
Investigador principal

Texto originalmente publicado en el número 4
de la revista institucional de la UESD

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